LaVanguardia: abril 2008

Por que los cangrejos.

Sabemos ya lo que son los cangrejos, animales invertebrados que se esconden en rocas y arena, que caminan de lado, que siempre son calificados como seres retrogradas por esta forma de desplazarse, pero lo importante acá es lo que representan en nuestra obra o más bien a quienes representan.
Al trasladar a este animal a un ambiente y ciudad al que no pertenece tenemos la desterritorialización ya marcada de una forma muy literal, pero vayamos más allá.
Podemos trasladar esto a la interminable migración de compatriotas a países extraños.
Los cangrejos representan esto: El seudo progreso de gente que deja sus familias y sus amigos para tener “un mejor nivel de vida”. Nivel que en la gran mayoría nunca se alcanza, ya que lo único que pueden conseguir es cubrir la falta de atenciones hacia los suyos con regalos y dinero, sin sentido de familia, inseguros de sus capacidades afectivas, descarriados y lo más patético es que este “sacrificio” de los padres nunca es bien visto por los hijos.

Los cangrejos vacíos y con solo sus cortezas son la ineludible realidad que sienten los emigrantes al dejar sus hogares y su tierra. Porque todo lo que tienen a su alrededor no termina de llenarlos y esa lucha por subir (o bajar?) también vacía a quienes los esperan.

Este vacío de los cangrejos es también la falta de educación, de valores, de buena alimentación, los complejos de inferioridad que llevan a personas de escasos recursos, no solo monetarios si no mentales, a recurrir a esta salida.

El tronco que sostiene a nuestros cangrejos es la representación plausible de este sistema endeble, además de los años que tiene siendo una alternativa para sostener a las familias (al igual que los años que son usados para sostener las casas frente a los esteros o manglares).

No quisimos recurrir al facilismo de ubicar a los cangrejos en el suelo, preferimos el desborde visual de lo inusual, ser un poco más contundentes, ubicamos los cangrejos en el techo dejando la interrogante de si suben o bajan, ayudando a este cuestionamiento el espejo en la base, el cual dará la ilusión de estar subiendo.

Además tenemos la interrogante de la brújula, la cual se convierte en pieza fundamental de la obra al cuestionar nuestra posición, la posición de los cangrejos, la posición de nuestro país y su infructuosa lucha, lucha que nos a mandado hacia el norte, sur, este y oeste en busca de bienestar en países extraños.

Entonces comienza la interrogante: Donde estamos, hacia donde apunta la brújula, donde apunta nuestra brújula, hacia donde estamos caminando. Cada uno hace su viaje, algunos ni si quiera tienen su brújula, que pasa con ellos? Acaso esos somos nosotros mismos?

Hacemos nuestro el lugar en el que estamos, nos acomodamos, nos acoplamos, cambiamos nuestras costumbres y perdemos lentamente nuestra identidad, nuestro pasado, defendemos lo que nos era extraño y nuestra brújula ahora apunta hacia el pasado.

Tenemos entonces la interminable lucha mental del vaso medio vacío medio lleno, del desaire del progreso, si es que unos cuantos pueden conseguirlo, frente a el deterioro familiar que no puede ser compensado con ningún “Juguete Nuevo” mandado por los padres desde Europa.

Volviendo a la teoría del vaso cómo están en realidad?

El vaso está completamente lleno: hasta la mitad de agua, y el resto de aire.

Ninguno de los dos, el vaso esta al doble de su tamaño normal.

Está medio vacío...ya me encargaré yo de llenarlo de lo que quiera, cuándo y cómo quiera.

Gracias a la filosofía debería simplemente dar la respuesta precisa: en la vida no hay vasos medios llenos ni medios vacíos, el vaso simplemente está a la mitad. Lo que ocurre (y ya lo dijeron los filósofos hace tiempo) es que los hechos en la mayoría de los casos son interpretaciones y no realidades. Por ello es bueno muchas veces aprender a distinguir lo que son nuestros juicios de nuestras observaciones.

Todo parece ser parte de la perspectiva que adoptemos.
La felicidad o el fracaso dependen de la actitud que tomemos frente ala vida.

Al esfuerzo de Jimmy, todo llega en su momento, no antes no despues

Felicidades Jimisan.

Un díptico del pintor manabita Jimmy Lara resultó ganador de la primera Bienal de Pintura “Luis A. Noboa Naranjo”, dotado de un premio de 3.000 dólares. El icono de play, en el que está el foco iluminado en la obra pequeña, le da el concepto y el título: pulsemos para continuar.“Utilicé el icono del foco, que representa la inteligencia, la iluminación, en este caso, para que las buenas ideas de la regeneración urbana se generalicen. Es una crítica a la generación urbana para que se extienda a todo Guayaquil, y no se quede solo en lugares específicos, a eso se refiere la obra”, dijo un emocionado Lara, asediado por los medios de comunicación.